domingo, 18 de diciembre de 2011

Noche, como una y otra.

Aquella copa azul, como la primera, aquel olor a tabaco, aquella presencia en vano como el humo del cigarro, aparecimos.
Encontramos nuestras caras, sonrisas astutas que se cruzaban con disimulo, y palabras bromistas delatadoras abrumaban.
Aquel pantalon ceñido, que delataba la postura de la mujer desganada, venia y ahi se quedaba, mientras tus manos venian para llamar la atencion, ya que veia que la mia estaba perdida en las barcas que ondeaban en la mar a la vez que mi mirada.
En el fondo habian lagrimas, por no compartir esa noche fria, con tu caliente compañia, abrigadora y cariñosa como otras.
Aquellas palabras que definian un no, me dejaban en el fondo de mi copa, solo centrandome en acabarla, como aquella noche.
Triste, por no poder tenerte como la copa en mis manos.
Toda la noche fue maravillosa, las risas, el humo, los cubitos, pero tu llegaste, y una difusion se hizo en mi.
No sabia si alegrarme por verte, o entristecerme porque sabia que no eras mio, y no podria ordenarte que estuvieses conmigo.
Agradables jugueteos tuvimos por segundos, pero teniamos que volver a la vida normal, donde todos somos formales, y no salvajes como en las noches y aquella de Luna Llena.
La despedida fue fria, para mi, en verdad, para todos fue una normal.
Una noche divertida y a la vez entristecida por pensamientos y presencias humeantes.

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