jueves, 19 de enero de 2012

Algo pasó

Cuando estaba tan normal, como siempre, y empezó el juego, no lo pude aguantar más.
Me encantaba dejarme guiar por el olor de tu cuello, a tu oído, envolverme, y jugar en el. 
Seguimos adelante, tu quemándote con mi fuego, los dos nos lo estábamos advirtiendo.
Las piernas eran fuego, con quemaduras de un antiguo herradero, y ahora, que vienes
tu buscándome, sin miedos, y directo, te lo entrego, pobre, que pensabas que no
era nada mas que un rostro dulce, pasé de las vergüenzas, y comenzó el ritual mágico, 
sensual, suelto, descarado, que los dos buscábamos, y encontrándolo, acabamos.
Dolor y placer se fundían, besos y caricias eran los protagonistas, tu, que me obligaste
a mostrarte parte del ser que soy, tuve que dejar las alas, y darte el lado más humano, 
más cálido, y más alejado de esa dulzura que constantemente doy, y ser la fiera que 
todas las noches cae en sueños, en mi almohada, en sueños donde soy el lado opuesto
del que día a día que no soy. Todo acabó como empezó, con caricias, con besos, con
 palabras, con un último beso, con unas ultimas palabras, y una última vista tras por tu 
puerta. Aquel ser, cogió sus cosas, llamo al ascensor, y volvió a poner las alas, antes
de salir a la calle, mostrando, otra vez, ese rostro dulce.

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