viernes, 3 de febrero de 2012

La Valenciana

Valenciana, no la llamaban asi a aquella mujer de caderas anchas, y de gestos avivados, porque tuviera la sangre de horchata, sino porque era la que se gano los meritos de sus compañeros, que estos si tenian sangre de horchata, y aquella mujer era fuego y fiel a su trabajo. Con las manos llenas de callos y durezas, esos fueron sus meritos.
Aquella mujer, que su marido, siempre conocido como el tiempo, le dejaba huella,  su rostro arrugado poco a poco, con zonas tirantes, y otras hundidas, en las que sus ojeras eran la muestra de sus esfuerzos nocturnos.
Sus piernas, gruesas y llenas de varices, fueron hermosas de joven, y esbeltas como la modelo mas bella, que entraba a ese lugar, y le cambiaban su ramo de flores, por un mocho y una escoba.
Asi era aquella mujer, Beatriz, un alma innovadora, joven, de piel perla, y ojos negros como los botones de aquel televisor, que 20 años mas tarde limpiaria.
Hasta que llego aquella crisis, en la que los estudios, y sus concursos de costura se irian con su juventud al pasado, y que aquel alfiler, seria cambiado por un trapo.
Beatriz no le fue tan mal en la vida, encontro a un hombre apuesto, le llamaban Portero, del Edificio Tulipanes, en el que entre ellos, el se llamaba Fermin, sus ojos verdes como aquel ascensor donde empezaron todas sus aventuras, en el que las manos de el, acariciarían el vientre de Bea, en que traerian dos preciosos mellizos, Manolo y Ana.
Beatriz fue feliz con su marido, y con sus gotitas de cristasol, Manolo y Ana (risa), esos peques* se entretenian con los vaivenes de los vecinos, que agradecidos de la presencia de esos peques* le hacian regalos a Fermin.
Esos peques* se entretenian con las burbujas que hacia Bea cuando limpiaba los cristales, y años mas tarde, esos peques* jugaban correteando por las habitaciones con paños en los pies, para quitarle trabajo a su madre, los recados que le daba Fermin a Lolo* (Manolo) para que los vecinos recibieran los paquetes, y estos le daban siete duros al chaval.
Los viernes siempre iban al teatro Imperial, donde Paco, hermano de Fermin, les reserbaba el mejor sitio y las mejores rosetas* (palomitas) que habian del dia.
Un dia, el encargado vio a Lolo y Ana en el escenario, imitando la obra que hubo anteriormente, aquel encargado de bigote y barba espesa y de panza rechoncheta, era muy majo,(en aquellos tiempos eran todos majos). Le propuso a Bea y a Fermin que si querian que sus gotitas de cristasol quisieran con una beca dedicarse al mundo del drama, la comedia y el espectaculo, los padres sorprendidos, tras pasar miradas de asombro, asintieron con la cabeza.
Tenian ilusion de que sus hijos triunfaran, y que no tuvieran una vida como ellos, encerrada en un edificio.
Pero no es un error ni nada vivir en un edificio, porque años mas tarde, una compañia, llamada Tulipanes, en las que sus obras de amor y humor, sobre una limpiadora llamada Bea y un portero llamado Fermin, en el que pasarian un sin fin de aventuras con sus hijos y los vecinos.
Los directores... Lolo y Ana, convirtieron aquel edificio, en el mejor escenario que podia haber, para entender sus historias. Bea y Fermin, fueron felices con el triunfo de sus hijos, y siguieron viviendo en aquel edificio con sus pieles marchitas y dulces de historias vividas, y que gracias a ese mocho, y ese amable señor que llamaba el ascensor, murieron felices.
Y aquel edificio, Tulipanes, dias mas tarde, cambio de nombre, por el de, Edificio Bea y Fermin.

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