domingo, 25 de marzo de 2012

Fauna

Solo y solo ahora, deseo perderme en la orilla de una playa lejana, vacía, de almas acosadoras.
Deseo que el mar me lleve con pereza a su cristalino manto, que todo el cuerpo se bañe en su ser.
Que me quite todos estos quebraderos de cabeza, que me hacen sentir las almas cercanas, que me quite las preocupaciones, que me quite este aliento mudo de sin esperanzas.
Quiero que esos granos de arena sean los que se preocupen por mi, y no yo de los demás, quiero que ser el centro de atención de esas gaviotas, quiero que el Sol me siga allá a donde vaya.
Quiero que las huellas que deje por la orilla, las contemplen los seres, toda la fauna, y las cuiden como un tesoro.
Como la memoria de mi recuperación a su paso.
Quiero que las almas hundidas, sus espíritus hagan festivos, que vuelvan sus romances, y en la noche, uno de esos espíritus, un bello noble, tenga empeño en conseguir a esta alma mortal.
Que tras hundirme en el cuerpo marino, encuentre el destello de aquel espíritu, indicándome, que me dirija a el, pero tras esta alma traviesa, solo me queda hacerle esperar y que me persiga.
Y al emerger me encuentre cara a cara con ese noble, que el silencio de las olas sea la música del romance extraño de esta historia...
Que su rostro se vaya difuminando cada vez que se acerca más y más... y que al llegar a mis labios y notar como sus brazos me rodean, su espíritu es mas solida su imagen. Tanto que pueda llegar a contemplar como sus ojos, son un leve espejo, y que me enseñan ese amor que ahora sufre.
Quiero que la gente pase con los años, que mi presencia no sea algo que se añore, solo aquel espíritu, con el que me hundí en el mar sea mi compañero de vida, aquel con el que en las profundidades me veo, llena de perlas, de temperaturas frías, de seres inimaginables, de ese espíritu que me cuida como si de una delicada flor se tratase.
Y así, con el tiempo, con esta historia... nuestros espíritus, se evaporasen...

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